
Lo entiendo así por los comentarios que se escuchan durante estos actos, y por los altercados que a veces se producen. En el caso de la presentación de Ibrahimovic en el Camp Nou (aunque parezca mentira, ocurrió hace escasamente un año), hubo invasión del terreno de juego y muchos “aficionados” se dedicaron a arrancar trozos de césped para llevárselo de recuerdo. Un césped que no tenía ni dos semanas desde que lo replantaron. Ayer, durante la presentación de Javier Mascherano, el retraso del primer posado en las oficinas del club indujo que la impaciencia de la gente que allí esperaba provocara algún pequeño altercado con los guardias de seguridad. No llegó a mayores, por suerte.
Por estas cosas me pregunto, ¿por qué no presentar al nuevo jugador en día de partido? En el caso de los fichajes de verano, Barça, Madrid y muchos otros equipos pueden aprovechar los trofeos de verano que organizan para presentarlos ante su público, aquel que ha pagado la entrada para ver el estreno de su equipo. Y qué decir que todavía consideraría un acierto mayor que lo hicieran minutos antes del primer partido de Liga en casa, con la presencia de los socios, aquellos que se aprietan el cinturón para pagarse un abono anual. Así se evitarían destrozos que no vienen a cuento y le darían al jugador una presentación como merece: con el estadio lleno y en familia.