lunes, 29 de junio de 2009

Nos destruyen nuestros clásicos

El otro día volviendo de la piscina en autobús me di cuenta de que he dejado atrás mi juventud, definitivamente. En unos asientos cercanos a mi posición, un grupo de cuatro chicos bromeaban en voz alta por la presencia de una chica más o menos de su edad, situada un par de asientos atrás. Las altas temperaturas del verano madrileño, la moda de la mayoría de tiendas de ropa de hacerlo todo cada vez más pequeño y la subida de testosterona de los hombres en estas fechas provoca a menudo a acción-reacción imposible de evitar en estos proyectos de hombres.

La resolución a esta ecuación (chicas+chicos = desmadre hormonal) desató lo esperado: cientos de fichas comenzaron a volar por el autobús en una misma dirección, la de la joven que seguía inmóvil y que sólo de forma disimulada desviaba la mirada hacia su reciente grupo de admiradores, en busca de un gesto que deletara sus intenciones. No tardó mucho en llegar. Pero no fue lo esperado. O al menos no lo que esperaba yo.

Los clásicos de siempre como el "¿estudias o trabajas?" o el "¿sueles venir mucho por aquí?" se convirtieron de repente en un "fíjate en la foto molona del móvil, que está mazo guapa" y en un "no sabes lo que esconde mi amigo ahí abajo"...

¿Qué fueron de aquellas miradas furtivas que buscaban la compenetración, aquellas sonrisas por debajo de la nariz, aquellas sonrojantes conversaciones entrecortadas y aquellos emplazamientos de la cita a la próxima ocasión que el destino volviera a hacerlos coincidir? Ahora las relaciones entre jóvenes avanzan tan rápido en el tiempo como la crisis en nuestra nómina, y los cimientos de una relación no se cuentan por los helados tomados en una terraza o las entradas de cine guardadas en el cajón: los polvos y los condones son las unidades de medida de moda.

No os asustéis, que no he sido yo el que me he trastornado en el tiempo volviendo al Renacimiento. Simplemente, me sorprende la juventud de hoy en día, demasiado avanzada y precoz para muchas cosas. La nota al pie que he de añadir de esa conversación que presencié el otro día (tan explícita y con tanta carga sexual) es que los chicos iban a segundo... de la E.S.O.

miércoles, 24 de junio de 2009

Frases para la historia

Martes, 21:30 horas aproximadamente. En la portería de casa, nada más entrar en el rellano. María baja para ir al cajero y al salir del portal se cruza con una chica morena cuyo rostro reflejaba duda y esptupefacción. Con total seguridad en su pregunta, suelta por su buzón de oro:

"Perdona, ¿la escalera izquierda?"

lunes, 22 de junio de 2009

Los jóvenes, la formación y el futuro

En cualquier profesión, quizás más visible en la del periodista, la formación es un ejercicio constante y necesario a lo largo de los años, hasta la entrada en la jubilación. Pero hay distintas maneras de formarse, aunque la más clara y por la que la mayoría de la población pasa en algún momento de su vida es la que se obtiene en las escuelas.

Luego es cuestión sobre todo del interés del individuo que se continúen los estudios en una unversidad, cursando una diplomatura o licenciatura. Es una decisión que se puede tomar antes o después pero siempre se toma con la esperanza de que, tras varios años de clausura, se salga de la Universidad con la formación suficiente como para entrar en el mundo laboral con buena posición, buen salario y una buena visión del futuro.

También ésto depende de muchos factores: de la valía de cada individuo, de la profesión que se escoja y de la suerte. Yo acabé mis estudios universitarios a los 22 años, y decidí regresar hace un año para cursar un Master de Periodismo Deportivo en Madrid, una de las semillas por las que se acabó engendrando este blog. Ahora, con 24 años, estoy finalizando mi formación estricta, aquella que se realiza entre cuatro paredes y siguiendo un programa de estudio marcado.

La emancipación y el infortunio de no gozar de una herencia familiar, un pozo de petróleo que explotar o una mente privilegiada como para crear un buscador alternativo a Google, me hace pertecener a ese mayoritario grupo que madruga, ficha, se pasa más de un tercio del día bajo las órdenes de un superior y que hace maravillas matemáticas con su nómina para llegar a fin de mes. Y aunque conozco este sistema y forma de vida desde hace varios años, todavía no ha llegado el trabajo de mi vida, o al menos ese trabajo del que no conozca de antemano su fecha de caducidad.

Durante el periodo vacacional, tendréis la desdicha de encontrarme casi seguro trabajando. Mi media de horas diarias laborables pasará a ser de unas 11-12, aproximadamente. Un trabajo por la mañana de cinco horas de esos que te ayudan a poderte comprar un paquete de pipas a final de mes y otro por las tardes, las prácticas en el Diario Público. Y aún y así, la misma vida me costará engrosar ese selecto número de los mileuristas. ¿Y el futuro? Eso me pregunto yo y me volveré a preguntar en septiembre, mes por excelencia del inicio de los cursos, cuando la duda sea la que me inunde y a través de la cual tendré que visualizar algún camino.

jueves, 11 de junio de 2009

¡Enhorabuena para la generación del '85!

¡Ole, ole y ole! Aprovechando la noticia del día, me complace comunicar a todos aquellos que nacieron en 1985 que... ¡nos acaban de quitar tres años de golpe! En Marca están tan excitados con el fichaje de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid que se les ha olvidado hasta contar. A mí, ya me está bien.

domingo, 7 de junio de 2009

El mundo al revés

Una de las cosas curiosas que te sorprenden al llegar a Madrid es el Metro. No por su mayor cantidad de líneas, comparado con el de Barcelona, por la estrechez de los vagones o por la longitud de los recorridos. Será por costumbre, aunque ya en mis últimos meses en Barcelona no utilizaba mucho el transporte público, pero recuerdo que al principio aquí en Madrid la inercia cuando entraba en el Metro en busca de las escaleras automáticas era dirigirme al lado derecho del pasillo. ¡Error! Aquí las escaleras están situadas a la izquierda.

Y no queda ahí la cosa: nos situamos en el andén, y cuando el cronómetro que indica cuánto tiempo resta para que llegue el tren nos dice que está a punto de entrar a la estación, ¿hacia qué lado miramos? Efectivamente, se distingue a un novato catalán en Madrid cuando éste dirige su mirada hacia el lado izquierdo del andén. Pero aquí, en Madrid, los trenes del Metro recorren su trayecto de derecha a izquierda.

Lo que no cambia entre las dos grandes ciudades de nuestro país es la posición en las escaleras. Me explico: ¿dónde nos situamos cuando subimos las escaleras automáticas si queremos que sea la fuerza de las mismas la que nos impulse hacia arriba? A la derecha, dejando libre el lado izquierdo de éstas para que los que van con prisas nos adelanten. ¿Y por qué? Una simple norma de circulación, un hábito que adquirimos y aprendemos desde pequeños y que más tarde lo practicamos en la carretera.

En algunos países, como Inglaterra o Irlanda, la cosa cambia. La costumbre de circular por la izquierda cambia los hábitos como nuestra situación en parado en las escaleras automáticas. Ésto ha supuesto un conflicto de intereses en mi buena amiga Dúnia. Ella pasó el año anterior nueve meses en Dublín, y además del idioma, adquirió otros hábitos. El resultado: tiene por costumbre bloquear a los estresados que van con prisa colocándose en la parte izquierda de las escaleras, inmóvil. Lo curioso, que todavía no se ha desecho del hábito anglosajón. Y como prueba, adjunto una foto que lo demuestra.

sábado, 6 de junio de 2009

El Tocho Morocho, Rey Misterio y el Pollo Cabreado

Desde que crucé el charco y pasé unos fabulosos días en Quintana Roo (México), creo recordar que lo más mexicano que me había llevado a la boca habían sido algunos nachos para picar alguna noche. No recordaba lo graciosos que eran los nombres de los típicos platos mexicanos, hasta que este pasado jueves recalamos en LaPanzaesPrimero, un restaurante ubicado en el barrio de Chueca de Madrid, que recomiendo fervientemente desde aquí.

Nos reunimos un grupo numeroso con el fin de celebrar el cumple de la vallisoletana Bea, que escogió con acierto el lugar de la cena. Tras negociar un menú a precio razonable con los simpáticos y siempre atentos camareros del local, la mesa empezó a llenarse de tortitas, de jarras de Margarita, de Mojito y de diferentes platos al cual más curioso (y exquisito). Lo mejor, sus nombres: Tocho Morocho, Pollo Cabreado, Carnitas Michaocán...

A destacar también el diseño interior del local. Que apunte mi amiga Aranda, por si algún día le toca trabajar en una situación similar. No soy un ferviente seguidor a la lucha libre mexicana, que hoy en día está tan de moda con el Rey Misterio y compañía. Yo me quedé con Hulk Hogan, Tito Santana y el Gigante. Digamos que nuestra mesa estaba ubicada en un rincón, y por las paredes diferentes utensilios de diseño la decoraban haciendo el efecto de que estábamos situados justo en medio de un ring. Máscaras, guantes de combate, retratos de luchadores... Todo un espectáculo, de verdad, hecho con mucho mimo y mucha creatividad. Y la comida, fabulosa. No os lo perdáis, aquel que pueda.

jueves, 4 de junio de 2009

Si el Manzanares hablara..., en NdF

Diría tantas cosas desde su posición… Sin ninguna duda, abrazar de la forma en que lo hace al Vicente Calderón le debe comportar más de una ventaja, porque sólo él sabe mejor que nadie la cantidad de decibelios que se registran en las tardes gloriosas donde los indios ganan la batalla. Llevo unas semanas sin acercarme, pero el Manzanares debe estar más caudaloso que nunca, imitando a los pechos hinchados de los aficionados rojiblancos, satisfechos por la clasificación a la Liga de Campeones y gozando por tener una de las mejores parejas de delanteros de Europa.

Aunque si nos hundiéramos en él (cosa que no recomiendo, por cierto), seguramente comprobaríamos que baja con aguas muy revueltas, porque ya le han llegado algunos rumores tras la apertura del mercado de fichajes. Kun Agüero y Diego Forlán son (o deberían ser, como mínimo) piezas intocables para un Atlético de Madrid que por segundo año consecutivo afrontará el máximo reto europeo, con más exigencias si cabe que en el año anterior. Porque si en el fútbol se necesitan goles para triunfar, el argentino y el uruguayo son el sello de garantía.

El Atlético de Madrid, un club con una historia de amores y desamores con su afición, empezaría con muy mal pie la temporada dejando marchar a uno de los dos. Un enorme pelotazo debería dar para que domingo sí y domingo también no se acordara el Vicente Calderón de sus nombres. Hablamos de una sociedad ofensiva que ha anotado más de la mitad de los goles de todo el equipo (49 de 80). Son líderes, la brújula y la munición de un equipo que busca su rumbo perdido, aquel que tomaron y que un día les permitió estar entre los más grandes de España y de Europa.

La afición rojiblanca merece seguir disfrutando de esta pareja, lo necesita más bien, tanto como el Manzanares una limpieza. Recién abierto el plazo del mercado de fichajes veraniego, la posibilidad de la marcha de Agüero y Forlán del Atlético de Madrid todavía queda reducido a los simples rumores que, seguramente, irán tomando fuerza a medida que pasen las semanas. Y es que ya se sabe que cuando el río suena…

Vía | Notas de Fútbol