lunes, 22 de junio de 2009

Los jóvenes, la formación y el futuro

En cualquier profesión, quizás más visible en la del periodista, la formación es un ejercicio constante y necesario a lo largo de los años, hasta la entrada en la jubilación. Pero hay distintas maneras de formarse, aunque la más clara y por la que la mayoría de la población pasa en algún momento de su vida es la que se obtiene en las escuelas.

Luego es cuestión sobre todo del interés del individuo que se continúen los estudios en una unversidad, cursando una diplomatura o licenciatura. Es una decisión que se puede tomar antes o después pero siempre se toma con la esperanza de que, tras varios años de clausura, se salga de la Universidad con la formación suficiente como para entrar en el mundo laboral con buena posición, buen salario y una buena visión del futuro.

También ésto depende de muchos factores: de la valía de cada individuo, de la profesión que se escoja y de la suerte. Yo acabé mis estudios universitarios a los 22 años, y decidí regresar hace un año para cursar un Master de Periodismo Deportivo en Madrid, una de las semillas por las que se acabó engendrando este blog. Ahora, con 24 años, estoy finalizando mi formación estricta, aquella que se realiza entre cuatro paredes y siguiendo un programa de estudio marcado.

La emancipación y el infortunio de no gozar de una herencia familiar, un pozo de petróleo que explotar o una mente privilegiada como para crear un buscador alternativo a Google, me hace pertecener a ese mayoritario grupo que madruga, ficha, se pasa más de un tercio del día bajo las órdenes de un superior y que hace maravillas matemáticas con su nómina para llegar a fin de mes. Y aunque conozco este sistema y forma de vida desde hace varios años, todavía no ha llegado el trabajo de mi vida, o al menos ese trabajo del que no conozca de antemano su fecha de caducidad.

Durante el periodo vacacional, tendréis la desdicha de encontrarme casi seguro trabajando. Mi media de horas diarias laborables pasará a ser de unas 11-12, aproximadamente. Un trabajo por la mañana de cinco horas de esos que te ayudan a poderte comprar un paquete de pipas a final de mes y otro por las tardes, las prácticas en el Diario Público. Y aún y así, la misma vida me costará engrosar ese selecto número de los mileuristas. ¿Y el futuro? Eso me pregunto yo y me volveré a preguntar en septiembre, mes por excelencia del inicio de los cursos, cuando la duda sea la que me inunde y a través de la cual tendré que visualizar algún camino.

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