Censura en 2009

Desde mi posición de periodista, debo gritar a los cuatro vientos mi indignación por lo sucedido durante la retransmisión de la final de la Copa del Rey por parte de RTVE.
Excusarse por un “fallo humano” el haber tomado una mala decisión no es nada profesional. Y hacer creer que son 40 millones de personas los ignorantes es de no tener dos dedos de frente. Rodó la cabeza del director de deportes de RTVE, Julián Reyes, y me parece lo más lógico. Alude que no fue él quien pulsó “el botón equivocado” ya que estaba el palco de Mestalla. Exageraré con la comparación, pero tampoco estaba Hitler presente en cada campo de concentración para activar personalmente las cámaras de gas.

Aunque lo que más me sorprende, si cabe, es que durante toda la polémica no se haya hablado de los silbidos al himno en sí: todo va enfocado en regatear y pedir disculpas por no haber ofrecido la retransmisión del himno en directo. Y niegan haber falseado el audio. Sinceramente, no lo entiendo. Fue un gesto grosero, una censura en todas sus facetas, aunque lo nieguen un millón de veces. Primero por evitar que se escuchara en directo los abucheos al himno de España, segundo por intentar hacernos creer que no sucedió tal cosa. Las conexiones con Bilbao y Barcelona estaban estudiadas y apuntadas en la escaleta del programa desde que se supo que Barça y Athletic jugarían la final de esta Copa del Rey.

La reacción nacionalista por parte de ambas aficiones era de esperar, lo sabía el propio Rey de España. Entonces, ¿por qué se actuó así? TVE es una televisión pública y depende, a día de hoy, de un gobierno con presencia de partidos nacionalistas, un gobierno plural. ¿Qué se pretendía demostrar censurando lo ocurrido? ¿Un apoyo a la monarquía? ¿Una negación de lo evidente? Se han olvidado de que estamos en un mundo cada vez más globalizado, más plural, y que lejos de las posiciones editoriales de cada empresa está la verdad. Julián Reyes ha sido sancionado como merece, por olvidarse de eso y de la ética de todo periodista.

PD: La cara de Keita durante el himno no tiene precio.