domingo, 3 de enero de 2010

Porque cuatro viajes en una semana dan para mucho

Entre el 24 de diciembre de 2009 y el 3 de enero de 2010 he tomado cuatro aviones con origen y destino repartidos entre Barcelona y Madrid. Han sido muchos minutos de vuelo, muchos minutos de espera y muchos detalles en los que me he podido fijar. Algunos pueden pasar desapercibidos, pero cuando los aprecias cuatro veces en poco más de una semana son detalles que saltan a la vista.

1. He pasado la misma maleta cuatro veces por el control de seguridad. En las cuatro ocasiones había guardado en su interior una cámara de fotos (inofensiva). Sólo en la última vez, de regreso a Madrid, me han hecho abrir la maleta para mostrar el aparato electrónico. ¿Eso quiere decir que se tiene un 75% de posibilidades de atentar?

2. ¿Por qué los pasajeros se ponen tan nerviosos en la puerta de embarque, tienen prisa y quieren entrar cuanto antes en el avión? ¿Acaso les seduce la idea de estar encajonados en un asiento para hobbits durante más tiempo del estrictamente necesario?

3. Cuando las azafatas (¿cuál es su masculino?) hacen su paripé de la seguridad, destaca un adjetivo que te hace pensar. Lo intento reproducir: "Cuando la mascarilla esté visible, estire de ella enérgicamente para abrir el paso del oxígeno..." Creo que no es un adjetivo muy claro para la situación. No me imagino a un pasajero intentando sobrevivir a un accidente de avión que se ponga a pensar cuánta fuerza debe utilizar para que el tirón enérgico permita el paso del oxígeno sin arrancar el cable de cuajo...

4. ¿Alguien me puede explicar qué tipo de somnífero sale de los conductos de ventilación de cualquier avión? Vale que todos los pasajeros se queden dormidos cuando cogen un vuelo a las 8 de la mañana o a las 10 de la noche... ¿pero a las 12 del mediodía? ¿Por qué todos nos quedamos roques en el avión por muy corto que sea el trayecto?

5. Aunque este aspecto lo puedo autocontestar: ¿quién no podría dormirse si un café de 20 cl cuesta dos euros? (Vueling prices). ¿¡Estamos locos o qué!?

6. Vale que soy de letras, pero nunca he conseguido responder por qué te hacen apagar el iPod (no, no me pagan; es que es más corto que escribir reproductor de música y vídeo digital) cuando despegas y aterrizas. Sólo de pensar que la unión poderosa de la energía que emanan estos pequeños cacharros puede detener los reactores de un avión te hace pensar en lo cómodo que se va en el AVE (tampoco me pagan, pero es más corto que decir tren de trayectos de larga distancia).

Más información | Cómo sobrevivir a un accidente de avión

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