viernes, 1 de octubre de 2010

Liverpool's experience

En la Facultad de Ciencias de la Comunicación me enseñaron a desarrollar un texto a partir de una idea. A raíz de un núcleo informativo con suma importancia, se puede desarrollar una crónica, un perfil, un reportaje o cualquier género informativo, interpretativo o de opinión. Durante estos días, desde el viaje de vuelta de Liverpool, he estado pensando en una idea que fuera llamativa para todo el target que me lee, y a su vez, que me ayudara a explicar todos los acontecimientos vividos en la ciudad del Mersey.

Comenzaré diciendo que no he encontrado esta idea, puesto que no se puede hablar de la ciudad de Liverpool destacando tan sólo una cosa de la ciudad ni, en este caso, de mi experiencia. Seguiré, pues, enumerando los dos grandes atractivos de este lugar, que cada vez posee una belleza mayor, agraciado sobre todo por el impulso que le dio ser escogida como capital de la cultura en 2008. Éstos son The Beatles y el Liverpool FC.

Y aunque durante años han sido ambos la cara de la ciudad, en la actualidad componen la cara y la cruz de Liverpool, debido al gris momento por el que cruza el club de fútbol del barrio de Anfield. En mi aventura, las protestas contra los dueños de la entidad George Gillet y Tom Hicks han sido la nota más predominante de nuestra visita al mítico y emblemático estadio de Anfield, superada por la sensación que siempre ha dejado este club, volcada con los jugadores y el equipo, con un The Kop convertido en el jugador número 12 y con un estadio lleno hasta la bandera, aumentando los decibelios en cada jugada red.

Ante el bochornoso empate a 2 contra el Sunderland, quedaron unos últimos minutos de puro fútbol inglés. Ese que en el elevado tiempo extra (6 minutos en este caso en concreto) te deja una última jugada que en muchos casos acaba con el balón dentro de la red. Agger pudo ser el héroe esta vez, pero su testarazo salió desviado por el lado izquierdo de la portería de los Black Cats.



La pérdida de dos puntos más en Anfield, acuciada por la impotencia de ver como Roy Hodgson es incapaz de cambiar la dinámica del equipo, desembocó en una manifestación planificada anteriormente de los aficionados del Liverpool en contra de la gestión de los americanos. Aún y así, cabe señalar que este estadio sigue guardando la misma magia que enamora a cualquier aficionado al fútbol, y más si eres un seguidor del club (todavía) más laureado de Inglaterra. El problema es que esta magia está muy dañada por la situación actual y, en especial al abonado, se le nota un cansancio agravado por la paupérrima actuación del juego del equipo esta temporada.



Pero corriendo el velo del fútbol, quiero abrir la majestuosa sensación de pasear por una ciudad que además de a balompié huele a rock n’ roll. Gracias, lógicamente, a ese grupo de los años 60 que tanto han beneficiado a la música, y que tanto han inspirado a grandes músicos que brotaron años más tarde. The Beatles son una religión en Liverpool, representada en muchos lugares de la ciudad aunque con más fuerza en Mathew Street, donde está ubicada The Cavern, cuna de estos jóvenes con pelos lacios y gran talento musical.

Es por eso que, pasees por donde pasees, encontrarás alguna simbología que te recuerde al fútbol y a la música. No hay que mentir que la cerveza es la tercera pata que sostiene este taburete, así que si mezcláis los tres componentes os sale el fin de semana perfecto. Lástima de la situación del club de Anfield y de que la banda rockera se disolviera en 1970.

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